Fetiches....Relat erotico.
Somos un matrimonio que hemos practicado, en algunas ocasiones, el intercambio de parejas, así como hemos puesto en practica, ocasionalmente, nuestras fantasías sexuales. Debo confesar que siempre me he excitado mucho cuando he visto a Virginia (mi esposa) disfrutar con otras personas, incluso masturbándose. Algunos sábados, y cuando estamos solos en casa, colocamos en el vídeo una película pornográfica.
Nos sentamos frente al televisor y vemos las secuencias de la película. Entonces empiezo a observar a mi mujer, conforme van pasando los minutos, como se va removiendo en su asiento, excitándose por las imágenes contempladas. Poco a poco veo como se pasa la mano por encima de su sexo, frotándoselo sobre la tela de su negligé y de sus minúsculas braguitas, su cara se va transformando en deseo, en apetito sexual.
Con un leve movimiento de caderas la suave tela de su pijama se desplaza hasta su cintura dejando al aire sus muslos, estos van abriéndose conforme su coño se va humedeciendo. Solo de ver el espectáculo me voy excitando y mi polla noto como se endurece. Me paso la mano a lo largo de mi miembro. Me quito los pantalones y el mástil emerge orgulloso con todo su esplendor. Virginia al verlo, mete su mano por dentro de sus braguitas y se frota el coño, los labios vaginales y el clítoris hasta que llega al orgasmo. Sus gemidos son excitantes, tanto que oyéndolos me masturbo con mas fuerza hasta correrme.
Nos gusta imaginar situaciones comprometidas, nos la comentamos y en alguna ocasión las llevamos a cabo. Como he relatado anteriormente me encanta ver a mi esposa realizando estas fantasías. Hace poco tiempo le dije a Virginia que me gustaría ir a una tienda donde venden artículos sexuales y que ella me acompañara. Gustosamente lo hizo. Nos acercamos a una tienda especializada en dichos artículos que hay en el centro de la ciudad donde vivimos. Cuando entramos, y al ver tantos elementos sexuales expuestos, me recorrió por el cuerpo una sensación de nerviosismo que fue desapareciendo al ver a mi esposa lo bien que se manejaba en aquella situación. Se fue directamente al dependiente y le pidió lencería para una fiesta sexual extraordinaria. Mientras Virginia miraba las prendas yo me di una vuelta observando los videos, aparatos, fetiches, prendas, etc., que se exponían en las estanterías. Al cabo de un rato Virginia me avisó de que ya había comprado todo lo que le había gustado y lo tenia empaquetado. Pagué y salimos a la calle. Como era temprano (sobre las diez de la noche) decidimos pasear y buscar un restaurante para cenar.
Mientras íbamos andando mi esposa me cogió del brazo, notando como sus formidables tetas se restregaban en él, y me comentó lo siguiente: "Juan me he calentado una barbaridad en esa tienda, viendo tantos penes y de tan grandísimo tamaño, me gustaría tener una noche loca de sexo, además te tengo que enseñar lo que me he comprado te va a encantar". Con esa indicación tan excitante nos metimos en un restaurante italiano que estaba lleno de gente. Nos acomodamos en una mesa y nos dispusimos a pedir una pizza y un buen vino. Durante la cena vi como Virginia miraba sensualmente a todas las mesas que nos rodeaban contemplando sobretodo a los hombres con lascivia. En un momento observé como su mirada se detenía intensamente sobre dos personas de unos 30 años y les sonreía con verdadera malicia. Ellos le devolvían la mirada y las sonrisas. Con un movimiento tranquilo y muy lentamente, sin dejar de mirarlos y sonreír, se fue levantando poco a poco la falda y abriendo sus piernas les fue enseñando el interior de sus muslos así como sus blancas bragas. Los muchachos se revolvían en sus asientos sin dejar de mirar aquella extraordinaria visión.
Virginia me comentó: "Como me gustaría comerme esas buenas pollas". Yo le respondí: "Pues adelante yo solo estaré de espectador". Ella me dijo: "Espero ponerlos a mil para que no se me echen para atrás, así que espera un segundo y contempla lo que voy a hacer". A continuación se levantó del asiento y se dirigió para los aseos. Al pasar cerca de los jóvenes les echó una mirada penetrante y llena de malicia. Los hombres la contemplaron como iba contorneándose hacia los lavabos. Al poco rato salió de estos y en la mano llevaba un trapo blanco que al pasar cerca de los jóvenes lo dejar caer. Uno de ellos rápidamente lo cogió para entregárselo y cual fue su sorpresa al ver que le daba las bragas que se había quitado en los lavabos. Virginia le dio las gracias sonriéndole voluptuosamente al mismo tiempo que le cogía la mano y se la apretaba con malicia. Al volver a sentarse, y sin pudor, se subió la falda hasta la cintura abriendo totalmente sus piernas para dejar ver su coño extraordinario. Los chicos no daban crédito a lo que veían. Se revolvían en sus asientos y ya se masajeaban por encima de los pantalones sus pollas endurecidas por la imagen sexual que estaban viendo. Pero aún no había terminado Virginia de calentarlos, así que recostándose un poco en el asiento y metiendo su mano por la entrepierna empezó a frotarse su coño mirándolos descaradamente.
Entonces me susurró en el oído: "Porqué no vas un momento al baño y me dejas libre el asiento para traer a los dos a nuestra mesa”. Y así lo hice. Al cabo de unos diez minutos regresé y ya estaban los dos mozos en una charla desenfadada con mi esposa. Luego ella me contaría que cuando yo me marché les invitó a acompañarla indicándoles que si deseaban ir a nuestra casa para tomar unas copas. Ellos aceptaron pero le preguntaron por mí. Virginia les contestó que era un cabron consentido, que no la dejaba satisfecha sexualmente y que consentía que se pudiera acostar con otros hombres, solo que tenia que estar presente mientras ella follaba. Los chicos no respondieron. Ya en la mesa y durante la conversación miré como mi mujer de vez en cuando apoyaba las manos en los muslos de los muchachos acariciándoselos descuidadamente. En un momento al chico que tenia a su izquierda le comentó algo en el oído que hizo enrojecer a este, y con verdadera ansia le dio un beso cálido en su cuello, y con la lengua le fue mojando hasta la oreja. Viendo que el ambiente creado por mi esposa se estaba caldeando cada vez mas me levanté y les dije si deseaban acompañarnos a casa para tomar una copa. Ellos aceptaron inmediatamente.
Cuando nos fuimos a montar en el coche Virginia dijo: "Nosotros tres nos vamos en el asiento trasero y él (por mí) que conduzca"
El espectáculo en el asiento trasero del coche era increíble, Virginia iba entre los dos mocetones y se había subido la falda hasta la cintura, las piernas abiertas en su totalidad enseñando su sexo chorreante. Con cada una de las manos, y muy habilidosamente había sacado los penes de los jóvenes, les estaba masturbando. El de su izquierda le había desabrochado la blusa y le había sacado sus grandiosas tetas y al mismo tiempo que la besaba, le tocaba uno de sus pechos y le pellizcaba el pezón. El de su derecha le mordía el cuello le chupaba la teta libre junto con el pezón y con su mano le introducía dos dedos por su raja. Los vehículos que nos adelantaban o iban a nuestro lado se escandalizaban del espectáculo sexual que llevábamos. Menos mal que el trayecto fue corto y enseguida llegamos a casa. Al bajar del coche e ir hacia la puerta de casa descubrí como los tres iban sedientos de lujuria. Entramos y Virginia me indicó: "Prepárales una copa mientras me preparo para daros una sorpresa" Me intrigó su indicación y al mismo tiempo me excito. Les serví la copa que me pidieron y lo mismo hice yo. Ellos se sentaron en el sofá mientras yo lo hacia en un sillón al lado.
No había pasado ni cinco minutos cuando Virginia apareció en la puerta del salón de una forma espectacular. Totalmente desnuda a excepción de un sujetador que solo le empinaba las tetas dejándolas al aire, y con un tanga minúsculo, terriblemente minúsculo, yo diría que ridículo, o bien de unas dos tallas menores a la que ella usaba ya que estaba compuesto por una cinta alrededor de su cintura, otra cinta que iba por sus glúteos y un trocito pequeñísimo de tela en rosa pálido que no le tapaba absolutamente nada, además la tela estaba tan ajustada a su coño que esta se metía dentro de su raja dejando sus labios alrededor de la braguita. La visión fue tan sorprendente y excitante que tanto los jóvenes como yo teníamos nuestros penes en la mano y nos estábamos masturbando. Mi esposa sin dilación y con la cara desencajada por la excitación se dirigió hacia el que tenia la polla más grande y se la engulló de un chupetón, mientras con su mano izquierda agarraba el otro mástil para masturbarlo. Al poco tiempo se levanto y dándole la espalda al que se la estaba chupando, fue reculando hasta dejar la polla tiesa a la entrada de su almeja. Con mano maestra se entreabrió los labios del chocho húmedo y puso el pene en la entrada de este. Poco a poco fue sentándose encima de la picha hasta enterrarla totalmente en el interior de su cuerpo.
Al mismo tiempo le decía al otro joven: "Ven y aproxímate que te voy a sacar toda la leche que tienes en los huevos" y se metió totalmente la polla en su boca. Empezaron los tres a desencajarse llevando un ritmo frenético. Solo de verlos me excitaba tanto que mi masturbación iba cada vez mas deprisa. No tardaron los tres en correrse, el que estaba sentado en el sofá y se la follaba se corrió dentro de su conejo, y al que se la estaba mamando en su cara y en su rostro. Virginia también tuvo su corrida pero ella deseaba más. Así mientras le seguía chupando y lamiendo la polla a uno le restregaba su coño al otro. Pero los chavales no podían mas y no se empalmaban. Entonces mirándose el uno al otro nos dijeron: "Tenemos que irnos, lo lamentamos pero otro día podremos seguir más". Se levantaron y vistiéndose empezaron a ir hacia la puerta. Yo me percaté de la desilusión tan grande que tenia mi esposa, pues ella hubiera continuado.
Les acompañé hasta la puerta y me despedí de ellos. Al regresar al salón vi como Virginia se estaba restregando su almeja. Se estaba masturbando, con su mano derecha se frotaba el clítoris y se metía dos o tres dedos en su coño. Con voz entrecortada me pidió: "Juan tráeme de nuestra habitación lo que encuentres en el interior de la caja que hay encima de nuestra cama. Necesito tranquilizarme y para ello solo puede hacerlo lo que hay en ella". Cuando destapé la caja y vi lo que había en su interior me asuste pues encontré un pene de látex enorme tanto en su grosor como en su largura. Jamás había visto nada igual ni en las películas porno. Era de un tamaño descomunal. Lo lleve ante Virginia y le dije: "Esta polla no le entra a ninguna mujer por muy puta que sea". Ella me respondió: "Tráela para acá que veras como me la meto totalmente en mi chocho, te darás cuenta de lo puta que soy". Yo le dije: "Espera un momento que te traiga la vaselina".
Pero cogiendo el miembro se lo llevó a la boca intentando tragárselo. Mientras yo fui al cuarto de baño a por la vaselina. Cuando regresé vi como Virginia se había abierto las piernas totalmente y se intentaba entrar el monstruoso instrumento. Al momento me arrodillé cerca de ella y con una mano le echaba vaselina mientras que con mi lengua le daba en el clítoris. De repente me dijo: "Déjame grandísimo cabron que esta polla me va a follar como yo quiero". Y al instante empezó con furia a meterse poco a poco el gigantesco mástil. La cara se le iba descomponiendo mientras la polla se iba adentrando en su interior, hasta que se enterró totalmente en ella. Solo de ver aquel espectáculo me excité tanto que empecé a masturbarme. Entonces ella me dijo sin dejar de meterse y sacarse el aparato: "Juan necesito que me folles por el culo".
Como ya estaba totalmente empalmado la recliné sobre el sofá dándome la espalda y le eche un poco de vaselina en el ojete y a continuación le puse mi picha entre sus glúteos. Poco a poco se la fui metiendo en su extraordinario culo hasta dejarlo dentro de él. Lentamente fui dándole movimientos de salida y entrada. Estos cada vez fueron mas deprisa según notaba como Virginia iba sacándose y metiéndose el enorme pollon. Entonces ella empezó a susurrar: "Que bien me encuentro me esta follando un negro por delante y un tío extraordinario por detrás, como me gustaría que hubiera algún tío mas para chupársela y después me llenara de su riquísima leche, y que el cabronazo de mi marido me viera como me follaban todos menos él".
Yo me sonreía mientras le seguía dando por culo. Se daba tan fuerte con la descomunal polla que creí se iba a partir en dos. Al final nos corrimos los dos al mismo tiempo y quedamos exhaustos tendidos en el sofá. Mirándola le dije: "Que grandísima puta eres Virginia" A lo que me contestó: "Como te dije he tenido una noche loca de sexo y me han follado como yo quería".
Nos sentamos frente al televisor y vemos las secuencias de la película. Entonces empiezo a observar a mi mujer, conforme van pasando los minutos, como se va removiendo en su asiento, excitándose por las imágenes contempladas. Poco a poco veo como se pasa la mano por encima de su sexo, frotándoselo sobre la tela de su negligé y de sus minúsculas braguitas, su cara se va transformando en deseo, en apetito sexual.
Con un leve movimiento de caderas la suave tela de su pijama se desplaza hasta su cintura dejando al aire sus muslos, estos van abriéndose conforme su coño se va humedeciendo. Solo de ver el espectáculo me voy excitando y mi polla noto como se endurece. Me paso la mano a lo largo de mi miembro. Me quito los pantalones y el mástil emerge orgulloso con todo su esplendor. Virginia al verlo, mete su mano por dentro de sus braguitas y se frota el coño, los labios vaginales y el clítoris hasta que llega al orgasmo. Sus gemidos son excitantes, tanto que oyéndolos me masturbo con mas fuerza hasta correrme.
Nos gusta imaginar situaciones comprometidas, nos la comentamos y en alguna ocasión las llevamos a cabo. Como he relatado anteriormente me encanta ver a mi esposa realizando estas fantasías. Hace poco tiempo le dije a Virginia que me gustaría ir a una tienda donde venden artículos sexuales y que ella me acompañara. Gustosamente lo hizo. Nos acercamos a una tienda especializada en dichos artículos que hay en el centro de la ciudad donde vivimos. Cuando entramos, y al ver tantos elementos sexuales expuestos, me recorrió por el cuerpo una sensación de nerviosismo que fue desapareciendo al ver a mi esposa lo bien que se manejaba en aquella situación. Se fue directamente al dependiente y le pidió lencería para una fiesta sexual extraordinaria. Mientras Virginia miraba las prendas yo me di una vuelta observando los videos, aparatos, fetiches, prendas, etc., que se exponían en las estanterías. Al cabo de un rato Virginia me avisó de que ya había comprado todo lo que le había gustado y lo tenia empaquetado. Pagué y salimos a la calle. Como era temprano (sobre las diez de la noche) decidimos pasear y buscar un restaurante para cenar.
Mientras íbamos andando mi esposa me cogió del brazo, notando como sus formidables tetas se restregaban en él, y me comentó lo siguiente: "Juan me he calentado una barbaridad en esa tienda, viendo tantos penes y de tan grandísimo tamaño, me gustaría tener una noche loca de sexo, además te tengo que enseñar lo que me he comprado te va a encantar". Con esa indicación tan excitante nos metimos en un restaurante italiano que estaba lleno de gente. Nos acomodamos en una mesa y nos dispusimos a pedir una pizza y un buen vino. Durante la cena vi como Virginia miraba sensualmente a todas las mesas que nos rodeaban contemplando sobretodo a los hombres con lascivia. En un momento observé como su mirada se detenía intensamente sobre dos personas de unos 30 años y les sonreía con verdadera malicia. Ellos le devolvían la mirada y las sonrisas. Con un movimiento tranquilo y muy lentamente, sin dejar de mirarlos y sonreír, se fue levantando poco a poco la falda y abriendo sus piernas les fue enseñando el interior de sus muslos así como sus blancas bragas. Los muchachos se revolvían en sus asientos sin dejar de mirar aquella extraordinaria visión.
Virginia me comentó: "Como me gustaría comerme esas buenas pollas". Yo le respondí: "Pues adelante yo solo estaré de espectador". Ella me dijo: "Espero ponerlos a mil para que no se me echen para atrás, así que espera un segundo y contempla lo que voy a hacer". A continuación se levantó del asiento y se dirigió para los aseos. Al pasar cerca de los jóvenes les echó una mirada penetrante y llena de malicia. Los hombres la contemplaron como iba contorneándose hacia los lavabos. Al poco rato salió de estos y en la mano llevaba un trapo blanco que al pasar cerca de los jóvenes lo dejar caer. Uno de ellos rápidamente lo cogió para entregárselo y cual fue su sorpresa al ver que le daba las bragas que se había quitado en los lavabos. Virginia le dio las gracias sonriéndole voluptuosamente al mismo tiempo que le cogía la mano y se la apretaba con malicia. Al volver a sentarse, y sin pudor, se subió la falda hasta la cintura abriendo totalmente sus piernas para dejar ver su coño extraordinario. Los chicos no daban crédito a lo que veían. Se revolvían en sus asientos y ya se masajeaban por encima de los pantalones sus pollas endurecidas por la imagen sexual que estaban viendo. Pero aún no había terminado Virginia de calentarlos, así que recostándose un poco en el asiento y metiendo su mano por la entrepierna empezó a frotarse su coño mirándolos descaradamente.
Entonces me susurró en el oído: "Porqué no vas un momento al baño y me dejas libre el asiento para traer a los dos a nuestra mesa”. Y así lo hice. Al cabo de unos diez minutos regresé y ya estaban los dos mozos en una charla desenfadada con mi esposa. Luego ella me contaría que cuando yo me marché les invitó a acompañarla indicándoles que si deseaban ir a nuestra casa para tomar unas copas. Ellos aceptaron pero le preguntaron por mí. Virginia les contestó que era un cabron consentido, que no la dejaba satisfecha sexualmente y que consentía que se pudiera acostar con otros hombres, solo que tenia que estar presente mientras ella follaba. Los chicos no respondieron. Ya en la mesa y durante la conversación miré como mi mujer de vez en cuando apoyaba las manos en los muslos de los muchachos acariciándoselos descuidadamente. En un momento al chico que tenia a su izquierda le comentó algo en el oído que hizo enrojecer a este, y con verdadera ansia le dio un beso cálido en su cuello, y con la lengua le fue mojando hasta la oreja. Viendo que el ambiente creado por mi esposa se estaba caldeando cada vez mas me levanté y les dije si deseaban acompañarnos a casa para tomar una copa. Ellos aceptaron inmediatamente.
Cuando nos fuimos a montar en el coche Virginia dijo: "Nosotros tres nos vamos en el asiento trasero y él (por mí) que conduzca"
El espectáculo en el asiento trasero del coche era increíble, Virginia iba entre los dos mocetones y se había subido la falda hasta la cintura, las piernas abiertas en su totalidad enseñando su sexo chorreante. Con cada una de las manos, y muy habilidosamente había sacado los penes de los jóvenes, les estaba masturbando. El de su izquierda le había desabrochado la blusa y le había sacado sus grandiosas tetas y al mismo tiempo que la besaba, le tocaba uno de sus pechos y le pellizcaba el pezón. El de su derecha le mordía el cuello le chupaba la teta libre junto con el pezón y con su mano le introducía dos dedos por su raja. Los vehículos que nos adelantaban o iban a nuestro lado se escandalizaban del espectáculo sexual que llevábamos. Menos mal que el trayecto fue corto y enseguida llegamos a casa. Al bajar del coche e ir hacia la puerta de casa descubrí como los tres iban sedientos de lujuria. Entramos y Virginia me indicó: "Prepárales una copa mientras me preparo para daros una sorpresa" Me intrigó su indicación y al mismo tiempo me excito. Les serví la copa que me pidieron y lo mismo hice yo. Ellos se sentaron en el sofá mientras yo lo hacia en un sillón al lado.
No había pasado ni cinco minutos cuando Virginia apareció en la puerta del salón de una forma espectacular. Totalmente desnuda a excepción de un sujetador que solo le empinaba las tetas dejándolas al aire, y con un tanga minúsculo, terriblemente minúsculo, yo diría que ridículo, o bien de unas dos tallas menores a la que ella usaba ya que estaba compuesto por una cinta alrededor de su cintura, otra cinta que iba por sus glúteos y un trocito pequeñísimo de tela en rosa pálido que no le tapaba absolutamente nada, además la tela estaba tan ajustada a su coño que esta se metía dentro de su raja dejando sus labios alrededor de la braguita. La visión fue tan sorprendente y excitante que tanto los jóvenes como yo teníamos nuestros penes en la mano y nos estábamos masturbando. Mi esposa sin dilación y con la cara desencajada por la excitación se dirigió hacia el que tenia la polla más grande y se la engulló de un chupetón, mientras con su mano izquierda agarraba el otro mástil para masturbarlo. Al poco tiempo se levanto y dándole la espalda al que se la estaba chupando, fue reculando hasta dejar la polla tiesa a la entrada de su almeja. Con mano maestra se entreabrió los labios del chocho húmedo y puso el pene en la entrada de este. Poco a poco fue sentándose encima de la picha hasta enterrarla totalmente en el interior de su cuerpo.
Al mismo tiempo le decía al otro joven: "Ven y aproxímate que te voy a sacar toda la leche que tienes en los huevos" y se metió totalmente la polla en su boca. Empezaron los tres a desencajarse llevando un ritmo frenético. Solo de verlos me excitaba tanto que mi masturbación iba cada vez mas deprisa. No tardaron los tres en correrse, el que estaba sentado en el sofá y se la follaba se corrió dentro de su conejo, y al que se la estaba mamando en su cara y en su rostro. Virginia también tuvo su corrida pero ella deseaba más. Así mientras le seguía chupando y lamiendo la polla a uno le restregaba su coño al otro. Pero los chavales no podían mas y no se empalmaban. Entonces mirándose el uno al otro nos dijeron: "Tenemos que irnos, lo lamentamos pero otro día podremos seguir más". Se levantaron y vistiéndose empezaron a ir hacia la puerta. Yo me percaté de la desilusión tan grande que tenia mi esposa, pues ella hubiera continuado.
Les acompañé hasta la puerta y me despedí de ellos. Al regresar al salón vi como Virginia se estaba restregando su almeja. Se estaba masturbando, con su mano derecha se frotaba el clítoris y se metía dos o tres dedos en su coño. Con voz entrecortada me pidió: "Juan tráeme de nuestra habitación lo que encuentres en el interior de la caja que hay encima de nuestra cama. Necesito tranquilizarme y para ello solo puede hacerlo lo que hay en ella". Cuando destapé la caja y vi lo que había en su interior me asuste pues encontré un pene de látex enorme tanto en su grosor como en su largura. Jamás había visto nada igual ni en las películas porno. Era de un tamaño descomunal. Lo lleve ante Virginia y le dije: "Esta polla no le entra a ninguna mujer por muy puta que sea". Ella me respondió: "Tráela para acá que veras como me la meto totalmente en mi chocho, te darás cuenta de lo puta que soy". Yo le dije: "Espera un momento que te traiga la vaselina".
Pero cogiendo el miembro se lo llevó a la boca intentando tragárselo. Mientras yo fui al cuarto de baño a por la vaselina. Cuando regresé vi como Virginia se había abierto las piernas totalmente y se intentaba entrar el monstruoso instrumento. Al momento me arrodillé cerca de ella y con una mano le echaba vaselina mientras que con mi lengua le daba en el clítoris. De repente me dijo: "Déjame grandísimo cabron que esta polla me va a follar como yo quiero". Y al instante empezó con furia a meterse poco a poco el gigantesco mástil. La cara se le iba descomponiendo mientras la polla se iba adentrando en su interior, hasta que se enterró totalmente en ella. Solo de ver aquel espectáculo me excité tanto que empecé a masturbarme. Entonces ella me dijo sin dejar de meterse y sacarse el aparato: "Juan necesito que me folles por el culo".
Como ya estaba totalmente empalmado la recliné sobre el sofá dándome la espalda y le eche un poco de vaselina en el ojete y a continuación le puse mi picha entre sus glúteos. Poco a poco se la fui metiendo en su extraordinario culo hasta dejarlo dentro de él. Lentamente fui dándole movimientos de salida y entrada. Estos cada vez fueron mas deprisa según notaba como Virginia iba sacándose y metiéndose el enorme pollon. Entonces ella empezó a susurrar: "Que bien me encuentro me esta follando un negro por delante y un tío extraordinario por detrás, como me gustaría que hubiera algún tío mas para chupársela y después me llenara de su riquísima leche, y que el cabronazo de mi marido me viera como me follaban todos menos él".
Yo me sonreía mientras le seguía dando por culo. Se daba tan fuerte con la descomunal polla que creí se iba a partir en dos. Al final nos corrimos los dos al mismo tiempo y quedamos exhaustos tendidos en el sofá. Mirándola le dije: "Que grandísima puta eres Virginia" A lo que me contestó: "Como te dije he tenido una noche loca de sexo y me han follado como yo quería".
0 comentarios